domingo, 2 de abril de 2017

Experiencias de Máximo Maldía en la U.L. de Córdoba. 10.- EXPERIENCIA Y EDUCACION

Si hay una primera intención en las historias breves que he ido depositando en esta página, en ocasiones ni siquiera vividas en primera fila, es la de manifestar que aquellos muchachos educados en la forja del hogar paterno, y en sus ciudades y pueblos de origen, llegaban a la Universidad Laboral portando un carácter personal intransferible, un latido personal, o un modo de ser y sentir con el que tenían que vérsalas jóvenes, entusiastas Dominicos…y sin duda quienes más aprendían.Lo hago a modo de reflexión en contraste con la actitud más frecuente de quienesdefienden la educación del internado, asegurando su excelencia y superioridad sobre la que nuestra misma generación recibiera en centros distintos, o distintos lugares, talante escasamente crítico si no se han conocido otros, y en consecuencia hijo de un juicio precipitado.

Pese a ello disculpo la actitud narcisista en la que todos participamos y que consiste en creernos el ombligo del planeta, o que el mundo ha sido creado paranuestro servicio y da vueltas rutinaria e insistentemente en nuestro entorno y sin otro fin, idea en la que abundo recordado la sentencia del filósofo que afirmara: “Todo  hombre  toma el campo de su propia visión por los límites del mundo”.

Por el contrario,aprecio escasa preocupación por saber de un colectivo al que tuvimos el privilegio de observar de cerca, y del que en general desconocemos historia y circunstancias personales: Los Dominicos, protagonistas de la vivencia apasionante de pastorear a miles de jóvenes ante cuyas miradas escrutadoras debieron en ocasiones sentirse desnudos, estrechamente vigilados e interrogados con severidad por ellos. Póngase el lector en lugar del educador, y piense en la situación concreta de quien tomael ascensor junto a una dama de halo distinguido a la que desconoce, un escenario comprometido en el que todos nos hemos visto antes o después y, comprobado que a tan corta distancia la mirada cobra especial significación. En las cortas distancias los ojos hacen la función de las manos y de la voz; los ojos hablan sin emitir sonido alguno y revelan el interior del hombre o la mujer; los ojos… ¡pueden tocar, manosear, lanzar dardos capaces de alterar la estabilidad emocional dela persona observada! Pues bien, necesariamente, los Dominicos debieron sentirse atentamente vigilados en el pequeño espacio de un colegio, por centenares y centenares de curiosos ojos que, no eran más que armas de cabezas que pensaban y se hacían preguntas que centelleaban en ellos.
Sin embargo no he escuchado a nadie interrogándose por el mundo interior, ni por el efecto que la soledad obraba en los educadores, célibes por vocación negados al amor de pareja, ni  he oído preguntarse qué sentían ante la mirada del personal de servicio, los profesores y, alumnos que hoy derrochan agradecimientos, reconocimientos y retribuciones morales en ocasiones exageradas por cuanto tales halagos olvidan que la educación esencialmente se recibe de los padres y el entorno familiar en la infancia y desde el nacimiento. Yo, Máximo Maldía, confieso agradecido sinceramente la dedicación y atenciones de cuantos trabajaron en mi formación, mas tengo por error la actitud reiterada de cuantosaseveran haber sido educados por hermanos y sacerdotes Dominicos, ninguneando a sus ancestros. Y diré por qué.





Somos nuestra experiencia. Si algo hay meridianamente claro es que para la vida no existe el  manual de instrucciones. Remitámonos a continuación a la infancia y desde la hora cero de la criatura llegada al mundo. Su experiencia será la base de todo conocimiento y maduración personal, y en ella los cinco sentidos aristotélicos tienen un peso decisivo. Tacto, sabores, u olores son aceptados o rechazados por la condición genética individual descubriendo una personalidad inconfundible desde la lactancia. La vista y el oído captan el entorno e irán llenando de contenido una conciencia en blanco, ahormando en primer lugar e irrevocablemente al individuo incluso antes de conocer el lenguaje hablado de sus progenitores. Los primeros años de la vida deciden el futuro,el aprendizaje primario y esencial antecede al entendimiento del lenguaje y, se anticipan a la educación con que la escuela, tardíamente, quiere formarle.
Somos lo que hemos vivido. “Ningún conocimiento humano puede ir más allá de la experiencia”, aseveraba Jhon Locke. Y Antonio Machado declamaba: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Hay en todo hombre un Subconsciente profundo determinado por la genética en el que tiene origen la inteligencia, la sensibilidad u otras virtudes que no se aprenden y, la Conciencia donde se alojan los conocimientos aprendidos en la familia, o el medio ambiente, y en el que la escuela ocupa un meritorio tercer lugar… ¡nunca el primero!

       La escuela, pese a su afán domesticador, no hace inteligente a quien no lo es, divide y separa por niveles hasta expulsar a los menos dotados; la escuela hace innecesario “Un mundo feliz” como el diseñado por AldousHuxley en el que manipulan genéticamente a hombres y mujeres al objeto de adjudicarles un destino desde el nacimiento; la escuela selecciona y clasifica lo que el azar y la naturaleza han creado… no obra milagros; la escuela asigna a cada alumno que pasa por ella un número del 0 al 10, -de la nulidad al sobresaliente- que presta alas para volar a unos y precipita a otros por un profundo precipicio. Y de la escuela es conocida una divisa universal que en boca de sus profesores dice resueltamente: “No suspendo a ningún alumno, se suspenden a sí mismos”.

      En conclusión, somos parte inalienable de nuestra estirpe familiar, y miobjeción a quienes ven en el maestro a su educador, en detrimento de padres y abuelos, no resta mérito alguno a cuantos trabajaron con total honestidad en la ULC y con quienes aún mantengo filial amistad, ahora bien, parafraseando a J. Nievo, “vale más un grano de buena moral en la infancia que un curso de filosofía moral en la juventud”.


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